Si recientemente pude disfrutar de la calidez y buen gusto de Mágnum, este concierto sin duda ha sido disfrutar de puro espectáculo de los dioses del fuego, los alemanes Rammstein, que creo que a día de hoy puede ser lo más espectacular visualmente hablando, no sin ello unido a una contundencia brutal.
Sobre las 9:00 aterricé en el Palacio de los Deportes, con un lleno total, y en ese momento estaban sobre el escenario el grupo telonero, Combicrhist, a los que la verdad no había oído en mi vida, grupo thecno rock, mezcla entre el sonido salvaje de los primeros Prodigy, un poco de Slipnotk y un toque Motley Crue, compuesto por un batería, un percusionista, Teclados, samples y varios efectos y voz, que si bien en un principio si propuesta me pareció interesante, al cabo de tres temas me empezaron a resultar demasiado repetitivos y parecía que estaban tocando una y otra vez la misma canción. Supongo que será porque no es mi estilo y no termino de pillar los matices de este tipo de grupos, pero la verdad es que si parecía que tenían buena respuesta por buena parte del público.
Una vez finalizado su actuación y de forma puntual se apagaron las luces, dando paso a un fondo negro en el que se pudo ver como en los laterales del mismo sus dos guitarras, Kruspe y Landers, destrozaban el mismo can pesadas mazas, quizá representando la caída del muro y del que en esta fechas se cumple su 20 aniversario, y en el centro, con una radial se iba abriendo paso el imponente Till Lindemann, que una vez terminó su corte cayó el muro dando paso al tema que abre su último disco “Rammelied”, ataviados de negro con brazaletes rojos y además, su líder con un mandil del mismo color, quedando los tres en la parte baja del escenario, y por detrás el resto de la banda, subidos en una especie de plataforma, destacando el mono luminoso de su teclista, el histriónico Franke Lorenz, que no paró de poner el contrapunto al hieratismo del resto de la banda, con sus estrafalarios bailes, las “perrerías” a la que le someten de vez en cuando, y que buena parte del espectáculo estuvo tocando las teclas sobre una cinta estática, por lo que no paró en todo el espectáculo. Y es que Rammestein es eso, puro espectáculo, con un juego de luce impresionante, que no dejaba de cambiar en cada tema, unidos con la parafernalia de fuego y pirotecnia a lo largo del todo el show.
Hay que reconocer que el sonido no fue del todo bueno, por los menos desde donde yo me encontraba, en uno de los laterales de la grada, especialmente la voz de Lindemann, que en ocasiones era devorada por el resto de instrumentos, pero aparte de este pequeño inconveniente fue un conciertazo.
El concierto giró básicamente en torno a su ultimo trabajo, que prácticamente tocaron de forma integra, ya que tocaron nueve temas del mismo, y la verdad que en directo suenan cañón, aunque a decir verdad, todos los temas suenan arrolladores, ya que no son unos virtuosos, pero son un ciclón de contundencia y furia, que pese a su poses tan distantes, saben como calentar al personal, teniendo como punto de referencia de este trabajo su single “Pussy”, durante el cual aparecieron una sería de muñecas colgadas que finalmente estallaron, cayendo sobre el escenario. “Keine Lust”, y única aportación de “Reise, Reise”, fue el cuarto tema y el primero que no era de su último disco, que empezó a calentar un poco más al personal para dar paso a uno de sus temas del aclamado “Mutter”como fue “Fuer Frei”. El resto de concierto continuó con su reciente trabajo, pero muy bien acogido por el público, todo ello adorando con fogonazos, explosiones varias, y sus caretas lanzallamas, incluso prendieron fuego a lo Gonzo a un tipo. Como no, tambíen Lorenz fue introducido en una bañera por Lindemann, quien sobre una plataforma que fue ascendiendo sobre él, para derramar fuego sobre la misma y tratar de fundirle los plomos.
Con “Link 2, 3, 4” se abría la parte de sus clásicos, enlazando con el que para mi fue el punto álgido del concierto con la salvaje “Du Hast”, con Haisfish se dio por finalizado la primara parte, que se inició con Benzin, con Lorenz paseado por la grada a una barca inchable, continuando con “Sonne” e “Ich will”, impresionante. Con esto volveriron a parar y después de hecerse rogar un rato aparecieron con “Seeman” y la verdad que en ocaiones Lindemann le costaba este tema, finalizando el espectáculo con otro clásico como “Engel”.
Quizá como punto negativo, por poner un pero, sería alterar el orden de los bises, y finalizar con la dupla “Sonne” “Ich will”, que creo que es más espectacular para cerrar, porquela despedida fue un tanto fría, pero bueno son alemanes y es lo que tienen, y quizá espareraba algo más de duración ya que duró hora y tres cuartos, y yo contaba con dos horas, que no hubiese estado mal para un “Mutter” o “Amerika”, pero no se puede tener todo. Sin duda uno de los conciertos del año.
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